Miguel Rodríguez Díaz es entrenador personal, certificado en el sistema Low Pressure Fitness desde 2016. Tiene su propio centro de entrenamiento personalizado en Redondela y comparte con nosotros las experiencias de dos de sus alumnos con historial de dolor lumbar que han conseguido mejorar su calidad de vida gracias a entrenar el sistema postural y respiratorio LPF.
Low Pressure Fitness combina técnicas hipopresivas, reeducación postural, entrenamiento respiratorio, liberación miofascial y neurodinamia. La variedad de propuestas de ejercicios LPF para recuperación de diástasis, trabajo de suelo pélvico y estabilización lumbar es muy amplia. Los profesionales LPF-CT están formados (y continúan formándose con especializaciones como la Wall Series) para dirigir y programar sesiones de entrenamiento tanto individuales como en grupo, adaptadas a diferentes niveles, poblaciones y objetivos.
Hace más de dos años un buen amigo y compañero de piscina me habló de este método de entrenamiento Low Pressure Fitness. Por aquel entonces, mi espalda daba guerra un día sí y otro también. Nadaba y tomaba tramadol con paracetamol para aliviar el dolor. A pesar de ello, me despertaba con malestar en la zona lumbar todas las mañanas. Salía de la cama doblada y apenas podía caminar totalmente erguida.
Así que un día decidí que era el momento de averiguar si el sistema LPF podía ser beneficioso para mí y en enero de 2017 comencé entrenando una hora a la semana. Recuerdo que, al finalizar la clase, alucinaba porque me sentía más alta y el dolor lumbar con el que entraba en clase ya no estaba. Después de mes y medio, Miguel midió mi cintura y fue flipante: ¡tenía 6 centímetros menos!
Desde entonces, cada semana hago dos sesiones grupales de media hora. Los resultados: mi faja abdominal está tonificada y mi zona lumbar está protegida. Mi postura se ha corregido y soy consciente de que no debo caminar con los hombros encogidos. Rara vez tengo molestias y ya no salgo doblada de la cama. Hace más de un año que no tomo tramadol con paracetamol.
La metodología de entrenamiento Low Pressure Fitness me ayuda a encontrarme bien en todos los aspectos, ya que además de mejorar físicamente, aumenté mi capacidad respiratoria y mi calidad de vida. Para mí ha sido un acierto.
Hace ya más de 4 años que empecé a practicar la metodología de entrenamiento de LPF. Por culpa de una enfermedad degenerativa en la zona baja de la espalda me veía impedido de hacer vida normal. No podía estar de pie más de 10 minutos, no podía dar un paseo, hasta el punto de obtener una incapacidad laboral. Fue entonces, después de interminables visitas a traumatólogos y cirujanos, cuando un doctor me recomendó trabajar la zona media. En una sesión de fisioterapia, comentándoles mi problema, me pusieron en contacto con Miguel.
La evolución fue lenta, aún hoy en día hay algún achaque, pero desde que estoy practicando LPF, mi calidad de vida ha mejorado muchísimo. Voy a piscina y al gimnasio 5 días de la semana y puedo salir y hacer actividades que antes no me imaginaría sin un banco cerca donde sentarme.
Las primeras sesiones de Low Pressure Fitness las dedicábamos casi solamente a respirar tumbado boca arriba, pero poco a poco fuimos introduciendo más variedad y dificultad de ejercicios hasta poder completar una sesión en cualquier postura. Con el paso del tiempo fuimos introduciendo trabajo con electroestimulación y otros materiales como TRX o gomas.
Creo que la clave del éxito es la constancia, tomarse las sesiones de entrenamiento como un trabajo al que tienes que acudir de manera puntual, sin excusas.
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